viernes, 19 de agosto de 2011

A las cuatro semanas de haber regresado a la Ciudad de México

Si, es cierto, debería haber tomado un curso (o dos) de administración de palabras, administración de ideas, administración de esfuerzos, administración de tiempos y, también, administración de dinero.

Ayer fui a iniciarme como maestra de calle en el Zócalo con viejos comunistas,vendedoras ambulantes, sindicalistas del SME, transeúntes, personas que sienten que el espacio público todavía es la plaza... qué difícil lidiar con el desconocimiento, la mezcla de conocimientos sin ton ni son, el hambre de conocimiento. Terminé hablando de feminismo ¡con puros hombres!

Y sólo pude insistir sobre el hecho que el capitalismo miente, pues afirma que paga toda la fuerza de trabajo que utiliza cuando para su propia existencia necesita que el 50% del trabajo mundial sea realizado de forma gratuita, ergo esclava: el trabajo de la reposición de la vida.

También se le llama trabajo doméstico, aunque la economía capitalista patriarcal dice que no es trabajo, sino una labor propia -sexualmente determinada- del ama de casa, trabajadora invisibilizada por una intrincada historia de las ideas que se remonta al siglo XV, cuando la construcción de las mujeres como enemigas domésticas, brujas que hay que sacar de la cocina a la plaza pública para quemarlas, y de los hombres como pauperizados dueños de un status de masculinidad, es decir sujetos de la explotación salarial sobre los que pesa el imperativo de ser agresivos y hábiles, capaces de control sobre sí mismos.
Reposición de la vida: producción de la futura mano de obra mediante trabajo físico (parirlos, amamantarlos) y trabajo intelectual (ordenarlos por géneros, clases, capacidades) mediante el despliegue de actividades diversas: afectos, preparación de comidas, exposición de camisas lavadas, sábanas planchadas, higiéne, cuidado de las personas debilitadas por la explotación, las enfermedades o la edad, relaciones sociales y conexas (tejidos, costuras, conservas, chismes).
Trabajo esclavo de un sistema económico nacido en un clima de ajusticiamiento de la libertad, desencantamiento del mundo y muerte de la magia, ordenamiento de los tiempos -¿si no cómo se llegaría a comer tres veces al día y no cuando se tiene hambre?-, demonización de los saberes colectivos, exaltación del individuo, criminalización de cualquier actividad sexual que no lleve a la procreación, racionalización de la explotación, castigo de los placeres y el ocio, cercamiento de la rebeldía campesina, centralización del poder en el estado y disciplinamiento de los cuerpos -¿la humanidad se ha vuelto estreñida con el capitalismo? Para mí esta es una pregunta fundamental para la historia de las ideas.

Qué satisfacción de ser maestra, qué espesor de la comunicación. Desde hacía muchos años que la universidad no me hacía sentir así. Haber dejado la UACM ayer se me reveló aún más como un acierto.

Escuché las más estrafalarias interpretaciones de la historia de México. Ningún historiador, ninguna cronista sabe, como el señor que tomó la palabra al final de la charla, que el licenciado (que conste que no era general) Lázaro Cárdenas se trajo a los hijos de los muertos de hambre, de los pordioseros españoles para que las aztecas los pudieran adoptar, engreirse y mejorar la raza. A los viejos comunistas (tan reconocibles entre el público por su entrañable escueta estética de existencialistas soviéticos) casi se les saltan los ojos de la cabeza!!! Pero cómo no, si hasta yo, que no creo sorprenderme fácilmente, quedé impresionada.

En fin, ayer me convencí que terminaré el libro que empecé a escribir mientras viajaba y recababa la información, manteniéndome viva en la calle. Creo que esta reflexión sobre los saberes y las propuestas de los feminismos de las mujeres indígenas puede ser una de las mejores cosas que escriba. Y eso porque no es mío, es fruto de un diálogo.

Cada vez siento que las morales, las "agendas" (listas de deber ser y deber lograr y deber imponer), me oprimen más. Nací al feminismo porque iba en busca de mi autonomía, de la autonomía de mi colectivo, que era el colectivo femenino. No me reconozco en los grupos de mujeres que se erigen en representantes o intérpretes de las necesidades de todas. No siento ninguna simpatía por las feministas que hacen lobby para organizar demandas que ya no son las de un colectivo que las reconoce en diálogo. Hoy no puedo aceptar el totalitarismo de la esfera pública que se manifiesta en el feminismo que impone sus "agendas" a estados y organismos internacionales. Me encantan las Marchas de las Putas, los bailes en los bancos, las sentadas en las plazas, que se suceden en el mundo y que desmienten las agendas. Me encantan las reflexiones de las más jóvenes repentinamente conscientes de su estética normalizada, me encanta que nos desobedezcamos en cada enamoramiento.

Sigo buscando escuchar para renombrar el mundo. Sigo renombrando el mundo porque espero que la magia de la palabra lo vuelva a encantar. Sigo encantando al mundo para que la dictadura de la racionalidad masculina, única como la verdad que intenta imponer, muestre su ridículo rostro ante la divina Babel y se desmorone.

Mientras, pondré en duda toda validez del lugar de emisión del mensaje hegemónico. Acompañaré a Helena a la escuela caminando y dándonos el tiempo de preguntas filosóficas, momentos de autoconciencia peripatética. Buscaré a los amigos. Venderé mis novelas, leeré mis poemas, me volveré rica de inspiraciones. Dormiré más y mejor. Cuestionaré el valor de todas las categorías y lo reconoceré cuando su uso me convenza. Iré al cine, al teatro, a exposiciones. Beberé alcohol sólo si me da la gana y no para ser aceptada ni para ahogar dolores. Avanzaré, me detendré, circunnavegaré las palabras emitidas y escuchadas, abriré rutas y regresaré sobre mis pasos, sembraré, comeré, cagaré. Intentaré que quien cocine mejor que yo lo haga por mí y a cambio lavaré los platos. Intercambiaré trabajos antes que pagarlos, los pagaré antes que explotar a quien los realiza. Diré no en ocasiones y sí en otras. 

Y también aceptaré contados trabajitos free lance por el mundo.

Caramba, me parece que hice un listado.... Los seres humanos tropezamos una y otra vez en la misma piedra. Soy humana. Ojalá un día me convierta en tierra. En árbol, mezquite u olivo.

martes, 9 de agosto de 2011


De regreso a la Ciudad de México, en pleno centro, hablando de la Coyota risueña y loca con las niñas y los niños
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jueves, 21 de julio de 2011

En la recta final

                                      Para mi Meche, quien ayer se acordó que hace 11 meses emprendimos el viaje


21 de julio, 7 a.m. Tinajas, Veracruz, después de 8 días por Tegucigalpa, Copan, San Pedro Sula, Guatemala y Totonicapán  

Quien ha caminado por un kilómetro en medio de una autopista y entre camiones estacionados, sabe que nunca lo haría si todo funcionara como se debe.
En efecto, a las 4 de la mañana una pipa de la empresa Gama que contenía el químico líquido para fabricar poliureteno fue impactada por tres camiones transportistas. Uno tras otro se incendiaron, dejando sobre el asfalto cadáveres de neumáticos de los que quedaban sólo sus almas de metal y más impactante cadáveres de buses, cuyas cabinas se deshicieron en las llamas convirtiéndose en charquitos de níquel fundido. Al parecer los choferes lograron escaparse de la hoguera saltando y el poliureteno líquido se regó por la autopista pero no alcanzó ni las casitas a orilla de la autopista ni los campos de cultivo. Así que, de no contar la contaminación que afectó los pulmones de las y los lugareños y los y las viajeras detenidas, el saldo humano del accidente fue maravillosamente bajo.

Sí, nadie que haya caminado sobre el asfalto quemado y abrillantado por el poliuretano podría decir que todo está en su lugar.

La policía federal de caminos, la única de la que en México muy pocos se quejan, hace su trabajo con gentileza. No tiene esas horribles armas de las que están dotadas las policías contemporáneas, armas para dar miedo y que prometen muerte, desenfundadas, más bien recomienda a la gente no acercarse, cuida que los niños se queden en los buses para no respirar el aire contaminado, me pide que me aleje por mi propio bien. La atención mexicana no ha desaparecido, éste sigue siendo el pueblo del que me enamoré hace 32 años. Tantas historias de narcoviolencias, tanta paranoia que sirve para tener hombres en armas en las entradas de edificios, escuelas, bancos, tanta ideología del peligro, tanta imposición del miedo, tanta falsa preocupación por la seguridad que sirve para criminalizar los espacios de reunión colectiva (escuelas, gimnasios, universidades, sindicatos, estadios) no han logrado desaparecer el ánimo esencialmente atento de las mexicanas y mexicanos. Para confirmármelo, una señora sale de su choza con una bandeja y nos reparte una docena de tazas de café para que se nos pase el susto. ¡Como si el peligro no hubiese estado más cerca de ella, de su casita, de sus animales! Me arrepiento de haber pensado que me hacía falta una máquina fotográfica, que las imágenes de este desastre serían impactantemente bellas: estética colonizada por el cine gringo la mía.

Cuando salimos de Totonicapán, ayer por la mañana, pensaba en el fin de este viaje. Un año de camino, muchos paisajes, muchas personas, experiencias extremas en muchos casos. Un año interrumpido por la dolorosa muerte de Guillermo, un parteaguas en nuestras vidas. Y en la grandiosa despedida de América del Sur, continente que abandonamos volando después de haber ascendido a la Laguna de Iguaque., donde la señor Chimué emergió del agua helada con un niño de tres años de la mano, lo creció y con él se reprodujo una vez para dar inicio a la humanidad. Grandioso homenaje a la humanidad americana, a la tierra madre, al agua fecunda, en el día del cumpleaños más triste de Helena. Caminamos entre un bosque húmedo donde una vegetación latifolia fue cambiando hasta llegar al páramo alto, a 3700 m/a/m., donde campeaban unos extraños y hermosos frailejones, plantas de crecimiento muy lento (un centímetro por año) de los que la leyenda recuerda que Bolívar vistió de soldados en la batalla de Boyacá para despistar al enemigo.  [Muy pronto Helena subirá las fotos, aunque no lo crean no soy capaz de hacerlo].

Pensaba en esa terrible noche en el aeropuerto de Bogotá, después que Helena salió para México para ir a su campaña de alfabetización, atenazada por los dolores musculares que me provocaba la acumulación de ácido lático en las piernas. A los 54 años la ascensión a la laguna de Iguaque, con sus 7 kilómetros de subida por terrenos escarpados, la pagué algo cara, aunque el precio valía la pena.

Pensaba en mi llegada a Tegucigalpa, con mis amigas, algunas de las cuales pasaron un año de pérdidas y decepciones, que sólo la amistad y el colectivo ayudaron a superar. De ahí me fui a Copán y llegué a tiempo para la sesión final de la autoconvocada asamblea constituyente de las mujeres indígenas y negras de Honduras. Para demostrarme que algo anda bien, las mujeres de los pueblos lenca y maya chortí me invitaron a entrar con ellas a la ciudad antigua de Copán al día después. Regalo inesperado y que, dado mi animismo vivencial (mi creencia en la materia animada, viva, no mecánica pues), considero sagrado.

Pensaba en Ciudad Guatemala, donde mis queridas Quimi y Maya me dieron a entender qué es vivir en un país donde la violencia cotidiana borra la posibilidad misma de pensarse en un futuro, pero donde la entrevista con la brillantísima feminista xinca Lorena Cabnal me confirmó que no me he equivocado en querer analizar el pensamiento de las feministas indígenas de esta Nuestra América tan desconocida (es decir adrede sacada del área del conocimiento, con todas las implicaciones que este acto de violencia epistémica implica).

Pensaba en mis días con Melissa, que me acompañó de Honduras a Guatemala y con la que estar juntas es siempre un regalo que me reconforta el alma y me da ganas de seguir viviendo y en la fuerte amistad que me une a Gladys, tan joven ella, tan llena del entusiasmo que se necesita para estudiar y pensar.

Pensaba en mi día en la casa de los padres de Gladys, en Cantón Paquí, Totonicapán, en el dolor de la madre de Gladys, sus lágrimas y su orgullo de verla salir conmigo rumbo a sus estudios de doctorado en Puebla. Me sentí tan identificada, en unos años también Helena se irá por su camino, ojalá que con una amiga.

Y me di cuenta que de repente se me paró la diarrea terrible, que me hizo parar a todos los buses de Centroamérica detrás de cualquier curva, y que me acompañó por 5 días de Copán a Tinajas. Cagazón pues, miedo de volver a casa. Sí, México no deja de ser mi viaje perenne, mi grande amor. Y lo descubro en Veracruz, una vez más.

lunes, 11 de julio de 2011

Amazonas talado y sin embargo todavía vivo.





¡Nuevo elemento del neosurrealismo ludico! Delfines rosas de las turbulentas aguas del rio Amazonas.










Hinalando Tabaco en una Maloca Tacana.



¡Al agua pato!





Kelly






Carolina y Kelly



Dibujando, leyendo y sonriendo.