Un consejo para sobrevivir a Centroamérica: toménse al final del viaje una semanita de vacaciones en la costa atlántica de Costa Rica.
Parece Belice, pero es más grande y la selva es más alta. Verde, verde, verde. Los buses llegan a tiempo, no hay que comer necesaria y repetitivamente grasa frita como en el resto de Centroamérica so pena de ofender a las amigas que veneran, cual si fuera el dios de la libertad, el exceso de carbohidratos y los hotelitos son baratos, silenciosos, no pretenciosos y limpios.
Pura vida.
La bicicleta se rentan.
La bicicletas se pedalean, los kayaks se reman, la madre mar se nada, las playas se recorren: nadie te obligará a estar sentada a fuerza para demostrar que estás de vacaciones.
Aquí no es pecado hacer deporte.
Aquí no es pecado reirte fuerte.
Ni caminar. Ni leer. Ni broncearte. Nadie te dará consejos con voz de preocupación (o de fin de mundo, o de próximo cáncer de la piel, o de que te ves tan cansada que seguramente no te sientes bien....) para arruinarte el placer de hacerlo. Nadie te hablará si tú no tienes ganas de que te hable.
La gente sonríe, es políticamente empeñada en la defensa de los ríos contra las represas hidroeléctricas, en la defensa del aire, de los bosques, de lo que significan para las culturas nativas, en particular la Bri Bri que se ha organizado en la lucha contra la minería a cielo abierto. Como en Wirikuta, como en todos los lugares sagrados de pueblos que caminan para defender el derecho a la vida de todos los seres vivos.
Claro, todas las ticas y los ticos se lamentan de lo mucho que han perdido con el TLC y las políticas neoliberales. La escuela ha empeorado y el servicio médico. Aquí como en Italia, en Canadá y en Grecia. Costa Rica no está a salvo de los intentos de privatizar el agua, el aire y el cielo, con su relativo encarecimiento, pero sus habitantes intentan resistir. De repente hasta tienen un diputado honesto que logra, si no parar, por lo menos retrasar un año el TLC, como en efecto sucedió.
Ahora el problema es la excusa universal que esgrime la presidenta Chichilla para atraer a la tropas y los marines gringos: el narcotráfico. Nadie cree en él, o a nadie le preocupa el narco, pero sí que políticas internacionales de reducción de libertades locales se escudan tras él. Los fantasmas de Colombia y de México asustan.
Todo mundo nos pregunta porqué en México los indios se matan entre sí. Sic y más sic: eso es lo que se ve de México en el mundo, un montón de indígenas (sic, sic, sic) disparándose unos a otros.
Pues si, la historia de la UBISORT aquí se lee de otra manera que la de quien sabe que la UBISORT fue fundada por el partido de gobierno. Pero la UBISORT la conforman triquis así como son triquis los del MULT y el MULTI. Indios disparando sobre indios.
Luego nos preguntan por las masacres de indocumentados.
Por los asesinatos de sicarios.
Por las muertes de las personas que deambulan por la calle.
El fantasma de México es el que hace BUUUUUU a los que le temen a la narcotización de la política y el ejército.
En Cosra Rica nos hemos topado con que en los pueblos se organizan partidos cantonales de gente interesada en la solución de un problema común; juntos se enfrentan y a veces ganan las políticas y los cargos municipales: para algunos lugares es más importante lograr parar una minera canadiense o una compañía eléctrica francesa que llenarse la boca de ideas socialistas.
Los pueblos de Costa Rica se mezclan. Si en el norte sus lenguas todavía pertenecen al grupo yuto-azteca en el sur son del grupo chibcha. Las mujeres hoy no son ni sacerdotisas ni curanderas, pero la cultura Bri Bri es matrilinear y matrifocal y algunas mujeres se preguntan si no dejaron de ser curanderas con la conquista, cuando los españoles enseñaron a los hombres a odiar a las mujeres.
La cámara de Helena se ha descompuesto, tendremos que llegar a Panamá para repararla. Ella llora por las bellezas que nos perdemos de retratar.
Mañana subiremos a una feria ritual del pueblo Bri Bri, por las montañas de Talamanca. Quizá descubriremos como subir videos al blog. Quién sabe.
He descubierto unas ensaladas tan ricas..... Y Helena un brownie que vale la pena paladear con un buen café al volver de la playa.... ¿al caer el sol? Por Puerto Viejo se lavantan los tambores. Agradezco a la vida que Jessica en Honduras me haya prestado Los hijos de Anansi de Gaiman: una novela esplédida que había que leer aquí. Si, son los cuentos los que han hecho el mundo.
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