Después de tres días en Tierra Adentro, en el municipio de Inza, y por las montañas de San Andrés Pinsinbalá, que albergan las más impresionantes y bellas tumbas de tiro (hipogeos, le dicen en Colombia), de un cultura tan antigua que los arqueólogos prefieren decir que no tienen relación con ninguna cultura viva, ni con culturas históricas, mientras los lugareños dicen que seguramente un nexo tienen con los muy vivos nasa porque de esa cultura viene la tradición de sepultar a los muertos recostados boca arriba en los pocos entierros primarios que se han encontrado en estas tumbas donde fundamentalmente se guardaban los restos de mujeres y hombres de diferente ubicación jerárquica dentro de su comunidad, en urnas donde se depositiban los restos exhumados y triturados o incinerados (entierro secundario).
Pues, tras tres días por estos valles por donde corren ríos fuertes y hermosos, pequeñas y verdes quebradas, colinas y altos donde escuchar el viento, bosuqecillos de gaudua donde aletea la energía de los pueblos antiguos y la resistencia y espiritualidad de los pueblos contemporáneos, dejar Colombia se vuelve algo muy triste.
Más aún después de un últimos día con las mujeres nasa en la Universidad Indígena Intercultural de Popayán...
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