viernes, 1 de octubre de 2010

GARÍFUNAS, GARÍNAGU, CARIBE

Reflexiones desde la playa de Triunfo de la Cruz

Después de trece años de ausencia, volver a visitar la costa garífuna de Honduras ha sido una revelación. El Mitch, en 1998, barrió con pueblos y comunidades que se encontraban en las islas, cerca de los deltas de los ríos y en los esteros de las lagunas, destruyendo el Museo Garífuna de Tela, las cooperativas alimentarias de Tocamacho, las casitas del turismo comunitario de Guadalupe, y contribuyendo a la deforestación y, en particular, a la des-coquización de las playas con su secuela de desprotecciones de las viviendas. En la larga playa de Triunfo de la Cruz, esos maravillosos pinos de arena que he visto crecer sólo en la costa atlántica de Honduras, hoy pueden contarse con los dedos de una mano y centenares de garífunas han emigrado hacia el interior para escaparse de las inundaciones periódicas que se sucedieron después del huracán y porque la muerte de la mayoría de los cocotales les ha privado de algo más que de su fuente preferida de alimentación.
La muerte de las plantaciones de cocos que existían a lo largo de toda la costa garífuna, de Belice a Nicaragua, y que daban a sus pueblos una estética común, la recogida imagen de unos lugares donde la naturaleza es habitada y no enemiga, ha tenido un fuerte impacto socio-económico e identitario. El amarillamiento letal que diezmó los cocos de América Central entre 1995 y 2005, ha empezado a ser analizado por los miembros de la Organización Fraternal Negra Hondureña (OFRANEH) como parte de una campaña de exclusión/expulsión de la cultura garífuna de la costa para que sus tierras beneficien al gran capital, después del Proyecto Turístico de Bahía de Tela, impulsado desde el gobierno en nombre del progreso con el saldo de dos numerosas comunidades desplazadas, la de Santa Rosa de Aguán y la de Nueva Armenia. El turismo, por un lado, y la extensión del monocultivo de la palma africana para la fabricación de aceite, por el otro, son, en efecto, dos de los rubros de mayor inversión de Miguel Facussé, uno de los hombres más ricos de Honduras y miembro de la lobby de inmigrantes fenicio-palestinos que desde la década de 1970 se ha enriquecido desmedidamente en el país, entre otras cosas mediante el despojo de los fondos de la Corporación Nacional de Inversiones, un intento nacionalista de impulso al estado y su economía, cuyas empresas de producción de alimentos, de turismo y de construcción de infraestructura el propio Facussé impulsó para realizarlas, luego quebrarlas y, finalmente, comprarlas como inversionista privado.
De Tela hasta Trujillo, la costa garífuna ha cambiado. Físicamente: los manglares se han reducido hasta desaparecer, de manera que los sistemas marinos y costeros se han debilitado, provocando el secamiento de los humedales, la erosión y la desprotección de las playas donde, aun con poco viento, las olas derriban árboles y devoran metros y metros de arena.  Y ha cambiado en sus formas organizativas. La mayoría de los pobladores decidieron defender sus mares, sus costas y su forma de vida, confrontando policía y sicarios a sueldo de los nuevos terratenientes, pero un pequeño número de garífunas se ha acercado a los partidos tradicionales, a las iglesias evangélicas o a los inversionistas privados, alejándose de sus comunidades, promoviendo la venta de las tierras costeras para la industria turística privada y la incorporación de las y los garífunas a la producción subsidiaria de bienes y servicios, rompiendo con ello la unidad étnico-política de la resistencia al desplazamiento y la defensa de los humedales y las costas.
Por supuesto, algunos cambios son considerados por la mayoría de los garífunas como anticomunitarios por motivos de confrontación política externa a las comunidades garífunas. Por ejemplo, el cálculo político/económico de la Organización para el Desarrollo Comunitario (ODECO) es interpretado por los miembros de OFRANEH y de Enlaces de Mujeres Negras como algo extraño a los propósitos de convivencia garífuna, debido al apoyo que esta organización ha recibido de parte del Proyecto Turístico de Bahías de Tela y porque no ha actuado contra el golpe de estado de junio de 2009 juntos con diversos sectores y pueblos del país. No obstante, el Enlace de Mujeres Negras, que desarrolla algunos proyectos de formación en colaboración con el Centro de Estudios de la Mujer de Honduras (CEM-H), no es bien visto por OFRANEH porque ha recibido fondos para el desarrollo de proyecto de financiadoras vinculadas a la embajada estadounidense.
Ahora bien, la Organización Fraternal Negra de Honduras es muy activa, funciona de manera horizontal, recupera el diálogo como forma de entendimiento político, no desarrolla ningún tipo de “liderazgo” (palabreja peligrosa que implica una definición de dirigencia política o social no horizontal entre miembros de una comunidad; las y los “líderes”, en efecto, son quienes deben dirigir a sus allegados, obedeciendo los mandatos de la cooperación internacional en función de las políticas públicas que impulsa) y es hoy la organización que más garífunas, mujeres y hombres, reconocen como suya. Las acciones concretas que ha impulsado han incrementado el sentido de cohesión de una población de casi trescientas mil personas que ya no vive sólo en comunidades de hombres pescadores y mujeres agricultoras, sino en ciudades con escuelas, universidades, fábricas, empresas y burocracia. Una población compleja, que ha demostrado históricamente ser capaz de adaptarse a cambios importantes sin perder su característica indómita y su análisis crítico de los sistemas políticos de dominación, confrontando tanto la extrema pobreza incrementada por los estragos del cambio climático como el reparto de la relativa  estabilidad de los sectores medios empleados en ciudades como La Ceiba y Trujillo.
Pequeños empresarios, profesionistas y estudiantes garífunas enfrentan y confrontan con el resto de los pueblos indígenas y negros de Honduras un racismo que actúa en el plano económico para mantener la identificación colonial de la pertenencia de clase con una identidad étnica asignada y con el sexismo (un discurso que caricaturescamente podría resumirse en que las mujeres son putas, los indios incapaces de desarrollo y los negros incompetentes y poco trabajadores, de manera que todos ellos se merecen ser tratados y estar en el lugar donde están). Al confrontar ese racismo con sus actuaciones en el campo de la vida que el sistema reconoce como propia de los sectores más desarrollados, diversifican la idea que se tiene de los pueblos indígenas y negros de América, sobre todo desde una perspectiva etnográfica.
Si bien doña Digna puede todavía afirmar que “ser garífuna es ser un dios vivo”, muchas más mujeres y hombres dicen hoy que ser garífuna es ser una médica en un hospital comunitario que cuando sus pacientes no tienen comida sale a pescar para ellos. Es decir una mujer que puede asumir momentáneamente el trabajo masculino de la pesca en mar, a la vez que cuida de los enfermos de manera integral, tal como ha aprendido a hacerlo en una universidad y por la transmisión de saberes femeninos comunitarios a propósito de la responsabilidad con el colectivo.
OFRANEH ha obedecido a la organización horizontal tradicional, propia de los consejos de ancianas y ancianos del pueblo garínagu, para impulsar proyectos de salud integral, populares, gratuitos y de la mejor calidad,; así como grupos de análisis del cambio climático, cooperativas alimentarias, espacios de educación intercultural y la radio comunitaria en lengua garífuna. La presencia de los médicos cubanos que llegaron a Centroamérica después del Mitch ha impulsado que un centenar de jóvenes mujeres y hombres garífunas se le acercara, dialogara con ellos y fuera a estudiar en la recién fundada Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) de Cuba y formara en la comunidad de Ciriboya una Fundación para la Salud de Nuestros Pueblos, con un hospital como espacio físico de atención de pacientes y como escuela de formación de enfermeras locales, y con prácticas de visitas domiciliarias y comunitarias. El actual director de la Fundación, el doctor Luther Castillo, médico internista y especialista en medicina familiar por la ELAM que afirma que la suya “no es una profesión, sino una pasión”, empuja su atención médica al análisis económico y ecológico de la condición de salud. En la actualidad está impulsando un proyecto de producción y distribución comunitaria de ollas solares de bajo costo que, además de proporcionar agua hervida a 100 grados y comidas higiénicas, sostiene en la práctica la no deforestación y la atención de las patologías de la espalda ligadas al transporte de la leña para cocinar.
Para las mujeres garífunas, que se agruparon en La Esperanza de las Mujeres Garífunas o Oundarunipara, una organización cuyo nombre en garífuna es Hemenigui Hiñariñu Garinagu y que se ha constituido en la comunidad de Cusuna, Municipio de Iriona, departamento de Colon, en diciembre del 2009, el proyecto del hospital es de fundamental importancia para la vida y la sexualidad de las mujeres, expuesta al constante movimiento de sus maridos y, como ellos, acostumbradas a una libertad de movimiento y de expresión corporal poco común entre los pueblos indígenas. Se pronuncian en todos los foros nacionales e internacionales contra el “plan de aniquilar” el Hospital Garífuna de Ciriboya que, según su análisis, lleva a cabo el estado hondureño para controlar, cuando no limitar abiertamente, la lucha en contra del VIH/SIDA.
Oundaruni es un espacio de articulación de las mujeres de base del pueblo garífuna y su apoyo al hospital se sostiene en una posición doblemente autónoma, como mujeres y como miembros de una comunidad que necesita protegerse de los embates de políticas de aniquilamiento de las poblaciones indígenas, propias de un renovado plan económico que recupera métodos e ideas colonialistas de hace 500 y hace 200 años.
Otras mujeres garífunas, desde un trabajo paralelo y en grupos mixtos, en asambleas constantes y en diálogo con otros pueblos indígenas de Honduras, utilizando a las redes de apoyo y de solidaridad de hombres y mujeres biólogas, economistas, agrónomas, ingenieras que OFRANEH impulsa, se han dado a la tarea de analizar las consecuencias del “lasansihan dan”, el “cambio climático”, cuyas efectos nocivos están sufriendo.
En un estudio publicado en 2010 como El cambio climático y sus consecuencias en las comunidades garífunas de Honduras (Ediciones Guardabarranco, Tegucigalpa), OFRANEH afirma que la destrucción de las cuencas hidrográficas y los humedales y la pérdida de los cocos han sido factores que han contribuido a la vulnerabilidad que sufren en la actualidad la gran mayoría de las comunidades negras hondureñas.
La histórica atención que las comunidades garífunas otorgaban a la limpieza del mar y los campos de cultivo, con sus prácticas de retirar los baños de la playa y no dejar desperdicios cerca de las fuentes de agua potable y las cocinas, hoy redunda en un análisis detallado del por qué de la erosión costera, la sedimentación de los deltas de los ríos, la desaparición de los manglares han incrementado el número de desplazados ambientales garífunas. Sus análisis son eminentemente políticos, pues no hacen depender el empeoramiento de las condiciones concretas de su vida de un motivo metafísico o de una realidad inexplicable, sino explican  porqué “el derroche de recursos energético al que se han habituado los países desarrollados, tiene como resultado la destrucción de los países más pobres del mundo: las Islas del Pacífico Sur, el Cordón Subsahariano de África, la costa del Caribe Mesoamericano y las islas de las Antillas, son los lugares más afectados […] La huella de carbono (emisiones de gases de invernadero tales como el dióxido de carbono) de las comunidades garífunas es casi inexistente, pero la costa norte de Honduras es considerada como el segundo lugar en el planeta más proclive a ser castigado por las consecuencias del cambio climático”.
Que las y los garífunas estudien el Índice de Riesgos Climáticos del Globo 2010, elaborado por la organización German-Watch, y sepan que ésta considera a Honduras después de Bangladesh como el país que ha sufrido mayor número de víctimas ante las consecuencias de las inundaciones en la última década (seguramente el índice todavía no tomaba en cuenta los efectos de los últimos monzones sobre Paquistán), es una prueba más de la relación entre organización comunitaria, voluntad de entendimiento y capacidad de analizar las transformaciones del medio ambiente y la historia para adaptarse a ellas manteniendo la propia autonomía.

Reflexiones desde Tegucigalpa cuando al llegar nos enteramos de la intentona policiaca de golpe de estado en Ecuador. Respuestas o preguntas a la pregunta de un alumno
    
Amorcito,
estoy en Tegucigalpa. Llegamos ayer por la tarde y estuvimos hasta altas horas de la noche pendientes de la intentona de golpe en ecuador. Tengo muchas lecturas de los hechos, aunque ninguna me convenza totalmente. Algunas preguntas mías, le parecieron disparatadas a las y los compañeros hondureños que están en Resistencia desde hace un año (algunos enloquecieron y llegaron a llorar porque aquí no se ha podido resolver la situación de violencia institucional, arbitrariedad y presencia militar, mientras en Quito Correa -apoyado por militares leales y armados- resolvió la crisis en 9 horas, con un evidente triunfo de su proyecto).
Ahora estoy pensando en cosas tan disparatadas como:
a) ¿por qué la policía? ¿Te acuerdas de que en Oaxaca era la policía y no el ejército el que levantó un cerco militar para controlar nuestros buses desarmados cuando íbamos rumbo a Copala? Sólo llevábamos 37 toneladas de alimentos ¿por qué éramos tan peligrosos? ¿por qué un despliegue que quería ser aparatoso y no militar a la vez, para despistarnos?
b) ¿Es una estética la de los policías y los militares? ¿Qué lectura hacer del traspapelamiento de las tareas represivas? ¿Se trata de limpiar la imagen del ejército, de la fuerza estatal, del machismo de la figura presidencial, de la propuesta democrática confrontando a los milicos buenos con los malos policías?
Tons en México ¿cómo hacer olvidar que los Zetas son militares que se cambiaron de bando? ¿O nunca se cambiaron?
Qué seriedad, qué valor físico, qué presencia personal la de Correa. Ni una mala palabra, nunca los llamó "hijos de puta", nunca una mención misógina como esa, nunca una descalificación, pero un enojo y un arrojo de "macho" que seguramente han gustado a mujeres y hombres patriarcales. A mí también me impresionó. Ahora bien, ¿es la escuela de Chávez la de contar con "el ejército del presidente" a la hora de los golpes?
Necesitamos dialogar todo esto y analizarlo desde las voces que se escuchan unas a otras, sin prejuicios de por medio. Espero noticias de don Fernando Sarango, rector de la universidad del pueblo kichwa, y de mi amiga Jenny Londoño, feminista ecuatoriana. Prometo compartirlas.
Personalmente, debo confesarte que América Latina rebasa a cualquiera. Es para enloquecer este mundo. Aquí se mata a un profesor de música a tres cuadras de la casa, nadie sabe por qué, pero todos culpabilizan a la víctima por haber muerto: se resistió, no le entregó todo de inmediato, se puso nervioso, vete tú a saber qué hizo. La cosa es que las vícitmas de asesinato, de violación, de robo, ahora son las culpables de los delitos que se cometieron en su contra. Sólo falta que digan eso de las tres muchachitas asesinadas en Siguatepeque antenoche, alumnas de la misma escuela donde otras tres muchachitas denunciaron al  profesor Duarte Baires (que no ex-director de la escuela, me equivoqué) acosador y pedófilo (es decir, amante de menores de edad, de niñas o niños, agresor sexual atraído por la juventud de sus víctimas). Sí, sólo falta que digan que las tres muchachas que se atrevieron a denunciarlo y las tres muchachas asesinadas son destructoras del bienestar y la paz de una familia (la de su verdugo, con la "pobre" esposa y los "pobres" hijitos que están del lado del padre potencial violador) y, por ende, malditas traidoras de la institucionalidad misógina y merecedoras de haber sido acosadas y asesinadas.
El feminicidio resulta ser una clave para entender toda la violencia social. También la política.
América Latina duele, enloquece. Helena está alterada, yo también. Es difícil vivir en un país que resiste a la violencia cotidiana que se ha hecho común tras el golpe de estado, mirando por televisión cómo las derechas ecuatorianas -con el apoyo de todas las derechas racistas, neoliberales, de privilegiados coloniales- intentan dar otro golpe de estado utilizando a hombres en armas que no son sino cuerpos para la muerte.
Queremos otra vida. Otra estética. Queremos poesía que cura. Y un poco de sol en montañas algo más secas que estas tierras empapadas de tormentas tropicales.

Caribe hondureño
Tuc-tuc hondureño :D

Casas destruidas por las lluvias

Carreteras de Honduras

Playas del Caribe hondureño

Caribe hondureño

Oficina del hospital garífuna


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