miércoles, 15 de septiembre de 2010

Un quince de septiembre en Guatemala

Agotadas, eso es: estamos agotadas.
De emociones, de voces que necesitamos entender, de ese placer de aprender que nos lleva a escuchar historias de fuerzas femeninas más poderosas que el dolor y a sentir en carne viva el dolor de los miles de muertos que han abonado la historia de Guatemala. Una historia que trae hasta el presente la Conquista, la continuidad de la Colonia. Una historia que está también en las cajas de cartón repletas de los restos de seres humanos, todos indígenas, que abarrotan los pasillos y los cuartos de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala, donde trabaja Ofelia Chirix, antropóloga feminista kakchiquel, convencida que la justicia nace del entendimiento de las razones de la sinrazón y de la sensibilidad en el trato con las personas.
Agotadas porque la historia no puede beberse a sorbos demasiado grandes. Es demasiado fría y da dolor de cabeza. O es demasiado caliente y te quema la lengua.
Después de salir el 11 de Xelajú, donde en diálogo con Sakirival Aguilar, Angelina Curruchiche y Mayra Leyva, analizamos la necesidad de entender la construcción de las élites indígenas, Maya Cu, nuestra querida amiga poeta, en Ciudad de Guatemala nos ha llevado a la Casa Roja, ese Libre Café que dirige Poncho, amante del cine, feministo como mi Coquena, amigo de las poetas, hombre suave que sabe preparar café.
Ahí el 12 de septiembre tuvimos un primer maravilloso convesatorio con Estela Cujum, quien sostiene que definirse maya en la sociedad guatemalteca contemporánea implica una posición política y asumir compromisos, la propia Maya, quien afirma que le urge reconocer a otras mujeres para construir su pensamiento, a Adela Delgado Pop, educadora popular feminista queqchí que se asume como una mujer maya con derecho a decidir si usa o no su traje tradicional, a la antropóloga y poeta Dorotea Gómez que por ser feminista y quiché ha llegado a analizar cómo ninguna definición de pueblo implica homogeneidad ya que en todos hay jerarquía de clases y a Quimi de León, de Voces de Mujer, que se cuestiona mucho definirse desde toda forma de identificación pues la cuestiona la pertenencia a cualquier comunidad, a Lili Muñoz, socióloga y feminista en construcción permanente que pone en duda la posibilidad de una definición étnica del mestizaje, y Anaité Galeotti quien se define des-latina para construirse en una identidad antirracista sin negar que es mestiza.
La conversa, esa manera de hablar hasta que la lengua se da vuelta sola en la boca, duró toda la tarde y se prolongó hasta la noche, que es una especie de territorio deshabitado en Centroamérica, donde las calles se vacían al ponerse el sol. En ella Gladys, quien nos acompañó, intervino en varias ocasiones criticando el liberalismo del feminismo "imperante", aquel que reivindica la igualdad moderna y homogeiniza equivocadamente las necesidades de las mujeres.
No sé ni siquiera cómo le haré para desgrabar esa charla que saltaba de un punto a otro, todos fundamentales por demás.
Pero la necesidad de digerir lo escuchado se enfrentó a la imposibilidad de abstenerse de comer, hasta provocarnos una verdadera indigestión de saberes. El 13 de septiembre tuvimos un gran encuentro con Emma Chirix, feminista kakchiquel que sostiene que lo individual nunca se desconecta de lo colectivo, así como lo privado nunca está separado de lo político. Esta maestra, enfermera, socióloga que estuvo entre las fundadoras de Kakla, el primer grupo feminista maya, tiene una historia que en sí misma es un libro de sociología. Su crecimiento como persona pasó siempre por la organización, la crítica y la acción. Con ella hablamos de sexualidad, cuerpo, represión, educación, confrontación entre mujeres y pasamos de afirmar que la imposición de la higiene es siempre un dispositivo normativo, pues regula como la estética qué es limpio, qué es aceptable, qué es lo que debe purificarse ante de entrar en contacto con los poderosos, hasta el analizar la educación desde el contraste -cuando no la contradicción- entre las actitudes de verdaderos afectos y las de caridad.
Por la tarde, la clase de dignidad que nos proporcionó la revolucionaria Yola Colom, escritora del propio paso sobre la tierra, solidaria amiga del recuerdo de su pareja, el filósofo poeta y dirigente revolucionario Mario Payeras, maestra popular comprensiva y capaz nos mantuvo con la nariz levantada hacia su rostro por otras cuatro horas.
Con ella entendimos perfectamente que hay que hacer cuando se es mestizas o inmigrantes o de algun modo no definidas desde la alteridad: hay que identificarse. Porque como lo dijeron Lili, y Paula, y Melissa que vino de Honduras para acompañarnos, y la historiadora Ana Silvia Monzón, la misma Helana y yo: quien no está en la situación de subalternidad construida por la cultura dominante (las ladinas, las mestizas, pues)  es la única que tiene el derecho a no identificarse, a confundirse con la norma, a universalizarse, y ese supuesto anonimato es el primer rasgo de dominación sobre los otros pueblos.
Gustavo, ¿dónde estás? ¿te sirve esto para tus estudios sobre estética? Caray, ¡cómo pensamos en las lecturas que tenemos de las ideas de Gustavo Cruz hoy!!!! ¿Te zumbaron los oídos en México?
En fin, eso es algo del porqué estamos agotadas.
Y las historias de Honduras, y los desamores que nos acompañan, las nostalgias que atraviesan a Helena por su papá y por su tortuga Tommaso....
Así que hoy, para despedirnos de Gladys que volvía a Totonicapán, decidimos tomarnos el día de la Independencia de Guatemala (¿qué Independencia, pues?) para pasear. A última hora Maya Cu no pudo acompañarnos y Melissa decidió ir a entrevistar a las estudiantes en huelga de la Universidad San Carlos (fundada en 1675).
Con Helena y Gladys nos subimos a una camioneta a las 6.30 de la mañana. La ciudad despertaba entre bandas de escuela, trombones, adolescentes vestidos de mosqueteros, de bomberos, de generales, cohetes y gritos de algarabía. Llegamos a La Antigua, bella y festiva. A las 8.30 vimos dos espléndidas muestras de fotografía guatemlateca contemporánea, una dedicada al pueblo garífuna y otra a las tribus urbanas, luego desayunamos en el mercado y salimos de las calles atiborradas de más fiesta patriotera. Paso tras paso, discutimos, dialogamos, nos soltamos a llorar ante nuestra despedida. Caray, cómo se le puede querer a la inteligentísima Gladys Tzul, siempre atenta a las palabras, a los libros, a la colonialidad de las expresiones académicas, a las construcciones ideológicas... es la persona más llena de vida que hemos conocido en años, ¡una fuerza del deseo de conocer!!! 
Pero qué va, quién dice que después de eso íbamos a poder domir.
Llegamos a la capital de regreso listas para la cama. Esta es la última noche antes de nuestro último día en Guatemala y queremos aprontarnos a despedirnos también de Maya y de Javier Mosquera, el gran amigo de Coque hoy mi amigo, cuando nos dimos cuenta que Meli no estaba, que era tarde, que dónde chingao está...
Meli ha llegado a las 11 de la noche (en Centroamérica es una hora realmente asustadora). Blanca como un trapo. Es que apenas salió de la pensión, por la mañana, ligera y libre rumbo a la Universidad tomada por las estudiantes, quedó atrapada en medio del fuego cruzado de narcos y policías frente a un centro comercial del centro.
La historia de Centroamérica se escribe con sangre: 5 heridos, dos de ellos graves, los 12 guardaespaldas del capo se fugaron con él, ilesos.
Y acaece a la vuelta de la esquina, en el camino de todos los días, durante los festejos patrios, cuando se atreviesa la calle con los niños tomados de la mano.
Por supuesto que después de ese relato no podíamos ya dormirnos.
Se nos ocurrió prender el internet. Claro, cómo no: en Honduras, en San Pedro Sula, un concierto de Café Guancasto, un grupo de rock bastante crítico a los festejos por la Independencia organizados por Pepe Lobo -presidente más que espurio, presidente golpista-, la policía y el ejército decidieron intervenir la fiesta, disparar más de 1000 cartuchos de gases lagrimógenos en la plaza abarrotada, golpear a músicos, viejitos, bailarines y niñas....
Chingá, y ¿quién no va a estar agotada en la historia presente, siempre presente de Nuestra América?


 Gladys Tzul Tzul, Francesca Gargallo, Yolanda Colom y Melissa Cardoza


Día de la Independencia (15 de septiembre)


Melissa Cardoza mostrándome las fotos de desaparecidos
en Guatemala, Ciudad Guatemala

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